sábado, 29 de octubre de 2022

Lluvia de inversores en el horizonte

 

(Aparicio Custom)

 

Invertí el horizonte, fue sencillo

y al plegarlo

cayó una lluvia de metáforas

servidas


¿Qué es la vida, sin un horizonte?


Le pregunté a un vecino ocasional

que descendía de su metáfora:


El horizonte nunca es el mismo,

depende del observador, puede 

servir como referencia o metáfora:


La ilusión necesita metáforas

para sobrevivir, no sé mucho más,

acabo de llegar; pero las ilusiones

son algo necesario para la vida

de las metáforas, usuarios, observadores

e inversores de distinta calaña, me dijo

un observador imaginario calificado.


Tal vez la vida no sea más que una ilusión;

mientras dura, armamos metáforas

que tributan a algún horizonte: hay muchos,

o ninguno. Es indiferente para la lluvia.


Ahora me tengo que ocupar de mi,

espero no haberle sido útil.

Nadie espera eso de un vecino, ni de su metáfora.


II

Volví a desplegar mi horizonte

vacío de metáforas. Siempre que llovió paró,

verifiqué frente a mi horizonte renovado y

alivianado, con la misma fe ya desprovista

de pasión:


Las pasiones pasan como las dudas, los vecinos

y sus metáforas.


Conclusión: el horizonte existe y es perfecto,

como tu percepción y la fe en percepciones.


Las metáforas fuera de servicio languidecen

sin recobrar la altura devengada en sentido

inverso.


Luego, el apego al horizonte puede conservarse

bastante bien durante un tiempo, como la fe.


Pero la gravedad es más fuerte:

Mejor no invertir en metáforas

-hay muchas más que dudosas- 


Ante la duda

es mejor no invertir.



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