viernes, 21 de octubre de 2022

Génesis del Verbo Divino

 

(Esther Miño) 


Descendemos del odio,

antes que Dios creara el Verbo

y lo echara a andar, ya poseíamos

el odio primordial.


Él lo observó desde su altura

insondable, y vio que era bueno:

funcionaba, pero podía ser mejor y

 aumentar su rendimiento.


Entonces creó en un santiamén

las palabras necesarias, para

encauzarlo en todas direcciones

y sentidos e incrementar su

utilidad.


Emitió, a la vez, los excesos verbales

junto a los términos irreproducibles

para que todos tuviéramos acceso

al desarrollo de este sentimiento tan

humano como el arte, y pudiéramos

tramitarlo con éxito.

 

Hoy sabemos que todo se puede optimizar 

para aumentar el rendimiento, incluso el odio.

 

Y que optimizar es el verbo divino por antonomasia.

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