(Asensio Escalante)
Algunos no lo ocultan,
pero la mayoría prefiere el silencio,
acaso por prudencia.
Hay cosas que no conviene ventilar,
secretos que se mantienen
de por vida.
No es imperioso, ni necesario en
apariencia, pero yo creo que todos
hablamos con los muertos, o al menos
lo intentamos aunque no lo confesemos.
Si no ¿Con quién vamos a hablar?
Entre los mortales en actividad, no es
fácil entenderse: hay muchos intereses
en juego y nadie quiere perder.
Escuchar al otro podría ser un pérdida
de tiempo irreparable: no tenemos mucho
y ni siquiera sabemos cuánto es.
La vida es conflicto, conocemos,
y no mucho mas.
Es difícil aceptar que el otro tenga algo
interesante que decir. Y si así fuera,
¿por qué iba a elegirnos a nosotros?
¿Cuál sería el interés?
No sabemos, no podemos confiarnos;
nos estamos conociendo y sabemos
ocultar casi todo interés.
Con los muertos no hay conflicto,
ellos no cuestionan ni disputan,
ni están urgidos por el tiempo.
Si no hablásemos con los muertos
¿qué nos esperaría? ¿con quién
podríamos hablar en el futuro?
Si hay algún interlocutor válido,
son ellos.
Pero es mejor ser prudentes,
o prudente:
Me voy a dormir,
alguno de mis muertos debe estar
esperándome en el sueño.
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