(Ricardo Mansoler)
El hipogrifo entró por la ventana,
no controlaba esfínteres ni deseos:
Cada cual tiene sus intereses, me
dijo con un guiño de complicidad.
Sería un sabio si controlara algunas
cosas, pero no nací para el control,
soy sólo un hipogrifo y no conozco
sino la desmesura.
Cuando yo vine a este mundo
nadie me estaba esperando,
pero ya estaba todo fuera
de control.
Seguí con lo tuyo, los poetas
tienen los días contados. Yo no,
porque no existo, nadie me ve,
entro y salgo por donde se me
canta.
Nadie sensato le canta a un hipogrifo
hoy por hoy: criaturas anacrónicas,
de existencia dudosa y casi tan
inútiles como un poeta.
No hace falta que te vistas, si te he
visto no me acuerdo (en realidad
no me acuerdo de nada)
Ahora sigo volando, perdoná si te
ensucié el poema; no puedo
controlarme, ni quiero. Cada cual
tiene sus intereses, seguí en lo tuyo.
No comentes sobre mi, no te creerían
¿Quién le puede creer a los poetas?
Hay que asimilar la distorsión
y devolverla multiplicada, dijo
el poeta risueño que celebraba
la risa del riseñor.
El resto es pura fantasía.
Nos estamos viendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario