(Dudamel Rambler)
No quise agusanarme,
dijo el gusano sano
arrastrándose como Dios manda
con fruición divina.
Soy lo que hago
y tal vez lo que hice,
pero no sé si pude haber hecho
otra cosa; no sé si quise:
Se sinceró el gusano sano
allanándose ante su Creador
que todo lo ve, todo lo oye y todo
lo adivina, que no dejaba de osanar
-como es propio de su función divina-
y lo observaba indiferente, o menos.
Ocupado como suele estarlo, en el
cuidado de tantos rebaños, no se iba
a detener en un gusano sin atributos.
(Pero su criatura lo movió a reflexionar:
¿Soy lo que hice?
Tal vez me excedí como Hacedor
en la cantidad creada de especies, subespecies
y criaturas diversas.
¿Me dejé llevar por la excitación del goce
propio de la voluntad expansiva de ese verbo
que me pertenece pero pretende expandirse
al infinito?
Este miserable gusano quizás sea lo más sano
y perfecto entre tanto diseño no justificado,
tanta alimaña que pulula:
Es simple, blando, breve y no tiene muchas
vueltas. En fin, ya está hecho:
Es lo que hice, nadie es perfecto)
Volteó su Mirada hacia el vermiforme,
lo observó arrastrarse,
y vio que era bueno.
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