(Germán Singerman)
Cada cuerpo es un sistema autónomo,
hasta cierto punto.
Todos tenemos nuestros puntos débiles.
Trabajarlos, nos sería de utilidad, tanto
en el comercio emotivo como en las
prácticas materiales que abonamos.
El cuerpo es un volumen semoviente,
variable y que declina: Es trabajoso
mantener todas sus funciones en el
tiempo en condiciones aceptables.
El movimiento es esencial para un
equilibrio dinámico y funcional:
La vida es movimiento, ante todo
y algunas otras cosas que se ignoran:
La ignorancia no impide el movimiento.
La práctica metódica, incorporada a la
rutina, junto a los otros hábitos que
solemos cultivar, saludables o no, ayuda
a tramitar la propia declinación inexorable
de un modo sustentable.
Cada músculo, articulación, neurona, debe
ser ejercitado a conciencia, para evitar
mayores contratiempos y accidentes naturales.
II
Tampoco hay que excederse en la práctica
del movimiento vivo:
A cierta edad podría ser peligroso; debemos
evitar los excesos y controlar los impulsos
excesivos.
Hay músculos que se atrofian por falta de
uso, o un uso inapropiado, como el corazón
y la conciencia.
Trabajar los abdominales a conciencia
es esencial para mover el vientre
en forma natural y saludable.
Es uno de los movimientos más productivos
y necesarios.
Aunque, como sabemos, los movimientos
peristálticos dependen de la musculatura lisa,
-involuntaria- destinar alguna voluntad a
ejercitar estos grupos musculares es de gran
ayuda cuando se dificulta la emisión natural
y esperada:
Cuando aparece un problema, el sistema
requiere la solidaridad de todas las partes:
La vida es movimiento.
Sin movimiento no hay producción ni utilidad
y colapsan todos los sistemas.
Todos tenemos nuestros puntos débiles;
debemos conocerlos y trabajarlos a conciencia.
Es ocioso deducir que los viejos deben
trabajar más. Hay que cobrar conciencia
antes que sea tarde:
La conciencia también declina.
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