(Malcolm Mercader Ergástulas)
Soy el que soy y viceversa,
piensa el hombre al escribir
su nombre bajo el poema
que todavía no existe.
¿El el hombre hijo de Dios
o su cordero? ¿Qué es mejor?
Mejor no pensar, no necesito
pensar en Dios para escribir
mi poema:
Escribir es nadar entre palabras
en otras palabras que creemos
propias.
Se escribe como se nada, por
necesidad. Nunca supe hablar
con propiedad, ni lo necesito
para escribir.
Escribir nadar es una forma de invertir
el agua de la lengua.
La lengua es blanda y húmeda
como una madre que no nada.
II
Soy el que Soy
y nada me anonada, anuncia Dios
caminando sobre el agua
a paso de hombre.
El hombre no necesita tanto a Dios
para pensar, ni para nadar.
Él multiplicó los peces y las lenguas
pero los peces nunca las necesitaron
y nadan como los dioses, sin ninguna.
Escribir nadar es una forma de invertir
para convertir el agua viva en agua
muerta y viceversa.
El poeta es como dios, piensa el hombre
que nada. Sólo que Dios no nada, no lo
necesita: lo mismo camina sobre agua
castalia o aguas servidas.
III
¿Le da lo mismo?
No se sabe, más nada lo anonada.
Sólo Él es siempre el mismo
y sabe conservarse idéntico al que era
cuando nadie hablaba de estas cosas
ni nadaba.
Un poeta no puede ser un dios
porque nunca es el mismo.
Aunque sepa engañarnos, hay cosas
que no sabe.
Sólo Dios podría afirmar
Soy el que Soy y viceversa,
pero la última palabra está demás:
Él no diría eso: no usaba esa palabra
ni necesita de ninguna simetría
para ser perfecto.
Por lo que sabemos, Dios no nada
ni es poeta. Sirvámonos.
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