lunes, 22 de abril de 2024

La vena pitagórica

 

(Senecio Loserman)

 

Hay muchas formas de decir lo mismo:


Ven acá, haba...

Ven, acaba…


Vena cava hay una sola:

superior e inferior,

y es la más importante:

no se puede vivir sin una ni la otra.


Las otras venas van y vienen

como la misma sangre,

un viaje d ida y vuelta.


Pitágoras proscribía las habas,

fuera de eso era vegetariano y

promovía esa dieta a sus discípulos

mucho antes que aparecieran los

veganos.


Pero no pudo evitar que la sangre

siguiera su curso y la Historia toda

se escribiera con sangre: La sangre

tira, ya no quedan pitagóricos pero

aún subsiste la tracción a sangre.


La sangre fluye como siempre,

hacia el río que nunca es el mismo:

Los ríos de sangre disponibles

crecen como el desierto.


A algunos poetas, Pitágoras los sigue

inspirando y buscan su cuadrivio.


La vena poética de Darío gustaba

de las pitagorizaciones e irradió

su luz a constelaciones de futuros

poetas.


Ellos no tenían por qué escribir con sangre,

desde la sangre ni sobre la sangre derramada:


Mejor cantarle al amor, derramamientos hubo

siempre, como poetas; algunos más sanguíneos.


La vena poética puede abrevar en distintos

elementos, más o menos fluidos. Hay venas

reemplazables, pero la cava es una sola:

superior e inferior, y dependemos de ella.


Se puede prescindir de alguna que otra vena,

como de las habas, pero no de la cava

ni del verbo cavar.


Venimos a cavar y a descender:

Ven, acaba.



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