(Amílcar Ámbanos)
Completé un poema
en un solo movimiento.
El poema, bastante calificable,
fue manufacturado con un
movimiento único,
tan único como el poema.
No era un movimiento
como los otros, sino que era
muy otro en tanto que uniforme
en cuanto a evolución y desarrollo:
Un movimiento que se diferenciaba,
a cada paso de sí mismo, no como
éste y los otros conocidos.
Superaba las propias expectativas
al ir superándose a sí mismo
sin necesitar impulso ajeno.
Era un movimiento envolvente,
el verdadero movimiento inclusivo:
capaz de contener todo lo bueno
y todo lo malo en unidad.
¿Fue un movimiento justo?
No lo puedo afirmar, no tengo
elementos suficientes.
¿Era perfecto?
No sé, el poema tal vez no, pero
el movimiento podría serlo:
Habría que verificar. En un poema
se puede verificar cualquier cosa.
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