(Aquino Lamas)
Pasó una yunta de bueyes,
todos juntos en formación genérica,
como buenos bueyes domésticos.
Quién sabe adónde irían…
Ahí tirado, sin más, yacía un pelo
específico. No lo advirtieron:
Ocupados en pasar, le pasaron
por encima. El pelo ni se movió,
siguió ahí como si nada, sin que
se le moviera un ápice de nada.
Sólo uno entre los bueyes se distrajo
y se quedó observándolo, perdiendo
el paso y diezmando la yunta (eran
como diez pero podían ser más)
¿Lo interpeló ese pelo?
Quién sabe, pero no hizo nada.
Moraleja: No los une el amor
pero prefieren estar juntos
hasta que algo los distraiga y
los separe.
Un buey no sabe competir, aunque
esté solo.
El pelo, en cambio, ni se movió
hasta que el buey partió, en busca
de su yunta:
Se quedó ahí, tirado como estaba,
casi en la misma posición, sin
aflojar y sigue tirando.
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