martes, 30 de abril de 2024

El abc del beso

 

(Elpidio Lamela)

 

No importa la cantidad de labios,

su disposición, forma o consistencia.

Lo que cuenta es la oposición:

Deben ser capaces de ofrecer oposición,

tanto entre sí, como a terceros.


En segundo lugar, la aptitud para el

ejercicio de su función primordial:

abrir - cerrar, permitiendo el paso

de fluídos entre las partes involucradas.


Los labios deben mostrar labilidad

para el intercambio productivo,

atendiendo al libre juego de la oferta

y la demanda.


Ahí es cuando el besante avezado

le otorga contenido expresivo

a los órganos comprometidos en

la función, pudiendo improvisar


según las circunstancias y las

condiciones ocasionales en que

se entabla la unidad de esas cavidades

ávidas, deseantes.


No importa el número de dientes

que se cuenten detrás de esos labios.

Nadie se pone a contarlos en esa

situación.


Sólo una prevención: En caso de que

el número sea igual a cero, o un empate

en cero, habrá que tener cuidado con el

efecto ventosa (o sopapa):


Podría extender la duración del acto

más de lo deseable y hasta quedar

unidos para siempre, sin que fuera ese

el fin de ninguna de las partes.


Aunque es probable que no vivan

mucho tiempo en esas condiciones:

Podrían morir de inanición.


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