jueves, 29 de agosto de 2024

El problema de la sobrerrepresentación

 

(Nicasio Uranio)

 

Ésto ya no me representa,

decidió el sujeto poético

y eliminó su publicación

de la nube.


Todas las decisiones y emisiones

humanas acaban en las nubes,

algunas no más tóxicas que uno.


Pero el poema depende de las

buenas decisiones para mantener

su vida.


Una buena representación, puede

superar al objeto representado,

pensó el sujeto desde su propia nube


(todos los sujetos habitan una, sean

o no poetas en ejercicio cada cual

tiene su propia nube)


Y pensó más (los poetas son sujetos

que piensan de más, aunque sientan

lo mismo que cualquiera o viceversa)


El poema, organismo vivo o muerto,

no tendría por qué representarme.

Como objeto autónomo, escindido,

enajenado por su autor, no tiene que

representar a nadie.


¿Quién soy yo para ser representado?

Si pudiera serlo, ya no sería yo,

y el poema no sería más que un objeto

dudoso como un yo, una réplica suya.


El poema, como perfecto objeto

debe estar separado todo lo posible

del sujeto y entablar su propia vida,

deliberadamente.


Yo no podría ser objetivo conmigo,

El poema sí, sólo si se libera de la

cadena de representaciones, cuyo

peso le impide elevarse y levantar

vuelo.


Ahora el sujeto se presenta y dice:

Volví a mi nube y rescaté el poema;

me dispongo a intervenirlo para

eliminar todo rastro de representación

subjetiva:


Sólo quedará lo puro, lo objetivo

y necesario, es decir lo indefinido.


El poema quedará librado a su suerte,

sólo dependerá de las buenas decisiones

que contenga.


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