(Epifanio Weber)
Asomaba a sus ojos
una muesca de deseo
inconcluso.
Tuve dudas, mis ojos
no son los que eran, y
mi visión tampoco:
No creo mucho en lo que veo.
Repeti la observación, ví más:
Asomaba a sus ojos
una lágrima virtual.
Es natural, pensé, son los efectos
no deseados de abusar del celular
(esa pantalla escueta absorbe los
excesos de deseo que no resuelve
en forma natural)
Es natural, tus ojos no son tus ojos,
asocié para mi: están plagados de
deseo ajeno y miradas sospechosas
como algoritmos.
Ella me miró a los ojos
pero no me dijo nada.
Yo tampoco: coincidimos.
Tomé distancia, antes de volver
a verificar:
Ahora, asomaba a sus ojos
una pátina dudosa, legañosa, acuminosa
¿son las formas de un deseo engañoso?
No sé, podría haberle dicho tantas cosas,
o quizás, simplemente regalarle
una rosa.
(las virtuales duran más)
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