(Aparicio Custom)
El tiempo es como un músculo.
Se estira o se contrae, se tensa y
se relaja en función del movimiento.
No hay movimiento sin tiempo:
Cada movimiento que emitimos
consume una fracción de tiempo.
Sólo nos movemos en el tiempo,
en forma más o menos espaciada:
Hay una necesidad recíproca entre
espacio y tiempo: No existiría uno
sin el otro.
Un cuerpo animado es una bomba
de tiempo: nos contraemos o dilatamos
sabiendo que esta práctica que repetimos
sin pensar, se extenderá hasta un punto.
El resto es pura especulación sin
sustento.
Siempre creímos en la especulación
sustentable. Ella produjo no pocos
beneficios y permitió desarrollar el
pensamiento religioso:
Alivia descansar en un Orden Superior,
apostar a un Plan Divino. Alivia creer
en cualquier cosa que trascienda nuestro
mundo material, o lo prometa.
La especulación es siempre una esperanza:
Hay quien confía en la muerte como
reveladora de la Verdad: Ahí se sabrá
cuál es el fin de todo ésto, o bien, no
habrá nada que saber y sólo sea el inicio
para entablar el estado de reposo definitivo.
Otros aspiran a una sobrevida, reduciendo
los riesgos y evitando los excesos bajo un
control riguroso, para extender su duración
en el mundo de los vivos:
Creen en la ley de causa y efecto: la misma
que provee sentido a la especulación.
Todo lo que sabemos es que el tiempo y el
espacio son categorías de la fisica, como los
cuerpos que los ocupan, animados o no.
También sabemos que sólo nos anima
una condición temporal. Del tiempo
conocemos menos: Es como un músculo
que se contrae o se estira, en función de
la necesidad.
Al igual que el músculo, se atrofia por la
falta de uso. Sólo que no se recupera,
aunque elonguemos.
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