sábado, 17 de agosto de 2024

Memorias electivas

 

(Serafín Cuesta)

 

Hay que volver a la clandestinidad

original, escribió el poeta arrepentido

de haber vuelto del olvido.


Sin memoria no hay justicia,

pero hay otras oportunidades.


El pensamiento propio no es para cualquiera:

Tener agallas para soportar amargas verdades

no es natural a la condición humana.


Las nociones cambian de un individuo a otro,

se adaptan. La memoria colectiva es sólo una

función residual, que la Historia arrastra hacia

el olvido.


Sólo el poeta olvidado puede hacer justicia,

en la soledad de su ergástula, que es obscura

y yace en el pasado.


Al presente, sólo habemos pecadores

y nadie es igual a lo que escribe.


En una calle silenciosa, perfectamente inadvertido,

el poeta muerto se repite:


Vengo desde el olvido.

La memoria siempre encuentra

formas de vengarse:


Sin memoria, no hay venganza ni justicia.

Los poemas pueden ofrecer alguna resistencia,

más bien ridícula y modesta.


El poeta trabaja para el olvido

aunque no sepa lo que hace.


Puede vacilar a voluntad en su escondrijo

y repetir alguna cita vana o apócrifa

como cualquier mortal.


¿Podría hacer algo más que eso?


Sí, quizás lo haga, puede hacer bastante.

Lo único que no puede es permanecer

ajeno.



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