(Elpidio Lamela)
Hay género en la poesía:
Lírica, épica y dudosa.
También en el poema, hay
escritura femenina y masculina.
Es difícil detectarlo, solemos
saber quién escribió un poema
antes de leerlo.
Salvando ese detalle, existen
estos géneros identificables, así
como una forma específica de
relacionarse con la función poética
y con la lengua, en virtud del género.
Ésto es absolutamente independiente
de la calidad del poema.
Sé que este enunciado será objeto
de rechazo por parte de ciertos sectores
de ambos bandos del universo poético.
A otros, les resultará inverosímil, y se
mantendrán distantes. Es natural tomar
distancia de lo inverosímil, percepción
que es una forma de rechazo preventivo.
II
No hay nada que no podamos prevenir,
salvo la muerte: Este verso, es propio
de una poética masculina; lo supe antes
de conocer el nombre del autor.
¿Por qué? Es difícil explicarlo, es preciso
conocer la mecánica de la psiquis humana,
el deseo humano en sus diferentes géneros
y modalidades, la forma en que se expresa
articulándose en palabras y las formas en
que tramita la sublimación, en uno y otro.
Es decir, hay que conocer el alma humana,
al menos ciertos intersticios vinculados a
la condición genérica específica.
El uso del adjetivo, los distintos cortes, o
el manejo de los signos de puntuación, no
son idénticos. Como tampoco los recursos
retóricos más frecuentados, o el empleo de
repeticiones y las formas del humor.
También, los modos de crear tensión
y de resolverla, así como los excesos
permitidos.
El erotismo masculino no es igual al
femenino ¿Por qué habría de serlo
en la escritura poética?
Luego, lo mismo es aplicable a la lectura:
No leemos lo mismo.
Sé que tendré detractores que no vacilarán
en descalificar mis investigaciones y
estigmatizarme, pero las diferencias existen.
Yo las conozco, las agradezco y las respero.
Hay poemas masculinos, femeninos
y disidentes. Dime como me lees y
te diré quién eres (o al menos tu
verdadero género)
No hay comentarios:
Publicar un comentario