(Teodoro Losper)
La historia es irreparable.
Está escrita, con sus faltas y errores.
No podemos corregirla ni cambiarla.
No abominemos de ella: Sin historia
no habría evolución. Mal que nos pese,
somos eso; procedemos de esa historia
y allí yace nuestro capital evolutivo:
Si aprovechamos la experiencia
superaremos los males del presente
y todo será parte del pasado.
La evolución es un arma:
El sujeto histórico de ayer ha fracasado,
pero nos deja su legado junto a su legajo
dudoso:
Somos conscientes de todo aquello
que no hay que repetir:
La evolución es un arma, y tal vez la más
segura. Desde que el hombre hizo sus
primeras armas, no volvió a estar solo:
La evolución siempre lo acompañó
y le hizo ver que el futuro estaba en sus
manos, esas armas primordiales.
La lucha por obtener más y mejores armas
hizo del hombre un animal respetable
y un conquistador exitoso:
Todo el conocimiento producido y acumulado
es tributario del desarrollo de las artes
de la guerra y la industria bélica, madre de todas.
Desde las ciencias duras hasta la poesía épica,
toda la cultura humana está atravesada por las
armas:
La evolución es un arma: Nos proveyó los medios
para conquistar el mundo y dividirlo, de la forma
más conveniente y justa que pudimos.
¿Quién, sino nosotros, podría haberlo hecho?
La evolución es un arma, y está de nuestro lado:
Ella nos eligió, nadie más pudo escribir una
Historia como la nuestra.
¿Una Historia irreparable?
Sólo los débiles se arrepienten del progreso;
la historia los olvidará en un suspiro:
¡Olvidémoslos!
Y olvidemos la palabra irreparable.
No hay nada que reparar, ni que
merezca ser reparado.
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