(Asensio Escalante)
No quise adulterarme,
fue algo involuntario;
ya pasó.
Casi todos los hechos
de la realidad son involuntarios,
la voluntad es un estado transitorio
de la materia, una condición azarosa
y subalterna, un accidente.
Los niños no lo saben
y crecen,
se abandonan a ese verbo
intransitivo y productivo.
Poca cosa elige uno,
pero la producción de pasado
no puede detenerse, lo sabemos,
y sabemos que crece:
No sabemos mucho más.
Aunque gozamos de la oportunidad
de repetir algunas frases, ciclos y
experiencias, con alguna voluntad.
Podemos pedir un deseo, o más:
Al mundo le será tan indiferente
que se cumplan como que no, y la
frecuencia con que lo hicieran.
Podemos pedir muchos,
pedir o dar no alteran el éxito
de la adulteración operada
ni la fórmula de esta alteración.
El número no importa,
los números no cuentan al desear:
todas las cifras pueden ser adulteradas.
No es necesario aceptar,
el intercambio de deseos es numeroso
y goza de suficiente aceptación.
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