(Aquino Lamas)
Un viento obscuro trascendía
mis ventosas. En un principio acusé
cierta inquietud, más entendí que no
había nada que temer:
La inquietud siempre proviene
de la ignorancia; nadie puede ignorar
que el desarrollo ha logrado cosas
maravillosas, salvo los necios.
Entonces lo naturalicé, y todo
volvió a la normalidad.
Ya más tranquilo, pude razonar
y elaborar este pensamiento:
Si cada uno se hiciera cargo
de su propia ignorancia, nadie tendría
nada que temer y el mundo sería
un lugar más seguro.
Con esta reflexión me pude relajar
en forma definitiva, practiqué unas
respiraciones profundas con mi pulmón
alternativo de última generación
y emití un pseudópodo vibrante
y pleno de felicidad sustentable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario