(Asensio Escalante)
La velocidad del silencio
no contradice al suspiro bien ejecutado,
ni al náufrago que huye con su muda
a la velocidad crucero de la muerte.
En contraste, el principiante aspira
sin saber y empieza a acopiar esta
experiencia.
Hay mucho de fortuna en el bolsillo
de una botella desnuda, rozagante,
que atesora la memoria del vacío.
Encontraste esta bellota bella
en su caída, sin pensar en el roble:
La belleza no ennoblece a quien
la observa, ni es virtud en quien
la emite.
Encontrar un vello púbico
en la vía pública, no modifica
la relación del transeúnte con el mundo
ni la ecuación peatón-metáfora.
Aunque puede servir para el poema.
El mundo es bello y es veloz
para el observador que pasa,
feliz con sus vellosidades metafóricas.
Pero la lentitud es belleza, dice Blanca
Varela en el poema, y no hay mucho
que aspirar a esta velocidad.
La madera es noble todavía
y una buena metáfora es más real
que el hombre que pasa por la calle:
Peatón anónimo y confiable,
como cualquier vellosidad en curso.
¿Cuántas bellotas necesita un hombre
medio, para llegar al roble y encontrar
el bosque?
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