viernes, 14 de abril de 2023

El problema de la decisión propia

 

(Dudamel Rambler)

 

Era un jugador distinto.


Talentoso como pocos, tenía

pausa, pique corto, velocidad

y cambio de ritmo.


Dueño de una técnica envidiable,

manejaba todos los perfiles

y podía resolver en espacios

reducidos o casi inexistentes.


Se adaptaba a distintas funciones

y era capaz de desenvolverse con

naturalidad en casi todos los puestos.


Pero era humilde, a veces demasiado

solidario con el equipo,

y no tenía vocación de líder.


Su otro punto débil: tomaba unas

decisiones horribles, lo que terminó

jugándole en contra:


La parcialidad estaba dividida; los

más impacientes lo defenestraban,

mientras otros creían en sus condiciones

y decían que había que aguantarlo,

esperarlo: ya iba a explotar, tenía todo

para brillar como los grandes ídolos.


Hasta que todos fueron perdiendo

la paciencia y el club tomó una decisión.


Anduvo deambulando, con sus malas

decisiones por distintos clubes, cada

vez más insignificantes hasta que se

le perdió el rastro.


Hoy nadie lo recuerda, a no ser algún

nostálgico de aquellos tiempos, tal vez

mejores, que no se olvida de sus malas

decisiones.


Nunca gozó del reconocimiento que

hubiera merecido si hubiera elegido

mejor a la hora de decidir:


Los sentimientos populares son así;

inseparables de las decisiones, buenas,

malas o dudosas.


Era un jugador distinto, nadie lo duda.

Tal vez lo siga siendo en otra parte de

la realidad.


Hoy nadie lo recuerda, no sé si

el olvido es una buena decisión.



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