(Tomás Lovano)
En el camino hacia el éxito
no hay lugar para los tibios.
Yo era un tibio, pero no
me autopercibía:
Me calentaba por cualquier cosa
y después había que poner paños
fríos.
Lo tuve que trabajar bastante,
pero al fin lo acepté y ahora gozo
de mi propia tibieza:
Me conecto bien con el mundo
de los tibios; no somos pocos.
En este mundo ancho y ajeno,
pero achatado hacia los polos,
hay que saber mantenerse ajeno
a las polarizaciones, y gozar de
lo gozable.
(No es mucho, pero tampoco es poco)
En el mundo siempre hay lugar para
los tibios, no estamos solos.
Es más confortable esta tibieza
compartida, que la fría soledad del éxito.
No importa adónde
vayas, podrías no llegar;
disfrutá el camino, elegí el más tibio.
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