domingo, 21 de mayo de 2023

Valores humanos en suba

 

(Carlos Inquilino)

 

La ciencia no para de sorprendernos,

en un sentido u otro.


Gracias a ella, y su aporte desinteresado

al conocimiento objetivo, hoy sabemos

que nuestras expectativas como especie

son acotadas, pero también aquello que

estamos haciendo mal y habría que

rectificar.



La voluntad es otra cosa: La realidad es

compleja, y más difícil que entenderla

es obtener consensos.


Pero eso no es responsabilidad de la ciencia,

que hace lo que puede para mantener su

independencia, y no siempre lo consigue.


Más allá de ésto, nadie duda que ante la vista

de un observador externo e imaginario (un

ser inteligente que llegara desde algún lugar

del Cosmos) lo más rescatable de toda la

experiencia humana serían sus artes y su

ciencia.



II

Hablamos de la ciencia. Que ahora descubre

nuevas oportunidades en lugares impensados:


El trasplante de heces arroja resultados positivos.


Una noticia para celebrar: un recurso renovable

y casi sin costo, puede servir para restablecer la

salud de aquellos que lo necesiten.


Parece algo desagradable, hasta huele mal la idea

de enfocarse en ese material, pero así surgen las

verdades que suele producir la ciencia (como la

política, la ciencia no le hace asco a nada)


El trasplante de materia fecal, puede recuperar

la microbiota alterada por procesos patológicos,

con mejores resultados que los antibióticos, y

con un costo mucho menor, casi irrisorio.


No es para reírse: Estos avances también tienen

otro efecto beneficioso, ya que contribuyen a

elevar nuestra autoestima como especie:


Hasta ahora se pensaba que nuestro excremento,

a diferencia de los otros, que sirven de abono, no

sólo no servían para nada sino que contaminaban

el suelo, y eran la clara expresión de nuestra

inutilidad para todo el Orden Natural.


Ahora, gracias a la ciencia, podemos sentir

un merecido orgullo de nuestras heces, a

sabiendas que pueden mejorar aún más

nuestra calidad de vida.


Incluso, podría constituir un recurso genuino

para los carenciados, un colectivo que crece

a un ritmo sostenido, que pudiendo vender

sus heces no tendrán necesidad de hacerlo

con sus órganos.


La ciencia no descansa. Somos evolución,

somos materia autoconsciente en avanzado

estado, y vamos por más.


Pronto nos resultará algo común y familiar

la imagen de personas compostando sus

excrementos en familia, con un entusiasmo

inédito, ubérrimo y probiótico.


Ellos son también cuerpos, como quienes

los emitimos. Debemos empezar a verlos

con empatía, como si fueran prójimos:

No somos tan distintos.


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