(Nicasio Uranio)
La Justicia secuestró un nuevo celular.
Una noticia nueva, aunque registra
antecedentes.
Los celulares nuevos no suelen contener
demasiada información, es mejor darles
tiempo para que se vayan cargando.
Pero no deja de ser auspicioso:
La Justicia se mueve, no descansa
ni nos abandona.
Es posible que al procesar la información
se obtengan datos y surjan nuevas pistas
a investigar.
Tal vez conduzcan a otros celulares más
y menos nuevos, que habrá que secuestrar
para seguir el hilo hasta llegar a la verdad
y proceder a procesarla, según los protocolos.
No es tarea fácil, es un trabajo complejo
que requiere alta capacitación: Hay muchos
celulares, que a su vez suelen mantener
relaciones con otros:
Las conexiones son múltiples, lábiles,
veloces y pueden conducir a lugares impensados,
e incluso insospechados.
A decir verdad, todos son sospechosos: todos
pueden ocultar información comprometida.
Pero la Justicia cuenta con recursos apropiados
para avanzar y profundizar las distintas pistas
hasta que todo salga a la luz.
Por fortuna, no estamos solos. El largo brazo
de la Justicia puede llegar a todas partes.
Cada celular es un mundo, vivimos en un mundo
cada vez menos confiable y más sospechable:
Es justo que ante cualquier sospecha, la Justicia
actúe, aunque sea de oficio si no hay denuncia,
y cumpla su función indeslindable para que nos
podamos sentir protegidos:
Para eso la solventamos.
Acaso cuando los haya secuestrado a todos
concluya su tarea, devolviéndonos la tranquilidad
de poder circular en libertad, confiando en el prójimo
y las instituciones, y gozando de compartir un
mundo pleno de derechos y oportunidades
concectables y libre de sospechas,
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