(Aparicio Custom)
Hay conciencia suficiente
para aspirar a todo:
No es poco.
Las aspiraciones poéticas
suelen trascender todos los
límites y pueden llegar a
cualquier parte:
Algunos lo consiguen, son
pocos.
Hay poesía consciente
e inconsciente. Yo practico
esta última:
A la conciencia ya la conocemos,
sus frutos no ofrecen mayor interés.
Todo lo hecho a conciencia siempre
acabó en un fin:
Ya sabemos como termina eso.
Nadie sensato puede vanagloriarse
de los resultados obtenidos por el
desarrollo descontrolado de la conciencia.
No es una realidad para ilusionarse.
En cambio, poco sabemos de como
era la vida anterior a la conquista de
la conciencia.
Sabemos que fue útil para multiplicar
las conquistas, y suponemos que nuestras
conquistas no tendrán fin, mientras
seguimos produciendo.
De la producción inconsciente
poco se habla, se sabe poco
y sólo registra algún interés desde
lo patológico:
esos desvíos que surgieron con la
conciencia y el lenguaje hablado.
Fuera de ello, sólo el arte se permite
trabajar con ello. El ello es el poema
no escrito que busca su forma, más allá
de los límites propios de las aspiraciones
que fracasaron.
El poema se expande o se concentra
en relación al mundo, que lo mira indiferente,
como a cualquier sujeto.
Está sujeto a cláusulas, como cualquier sujeto,
pero no es un sujeto: no tiene conciencia, es
un objeto que ni siquiera sabe lo que es y lo
que debiera ser:
Podría ser otra cosa y nada se alteraría.
El poema no tiene nada que alterar, es un
objeto impreciso, tributario de una práctica
tan obsesiva como inútil:
Poco se parece a la vida, pero sólo puede
ser hecho por cuerpos vivos.
Sin embargo, en algo se parecen:
Como ella, el poema es un fin en sí mismo
y cuanto más absurdo más poético.
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