viernes, 2 de febrero de 2024

Como mirar el agua

 

(Serafín Cuesta)

 

Un ojo de agua

se interpuso en mi camino,

me miraba.


Le devolví la mirada: Sentí

que mi miraba mal. No sabía

por qué, ni quise saberlo.


Parpadeaba, yo también:

en eso éramos pares,

aunque su único ojo era impar.


Es posible que tuviera sus motivos

para mirarme así, siempre hay

motivos más profundos que uno

ni sospecha.


El agua tiene sus misterios, como

otras miradas de otros ojos, sean

de agua u otros elementos derivados.


No iba a cuestionar esa mirada líquida,

no soy de sumergirme mucho en esas

profundidades, cuando pienso.


Somos más agua que otra cosa: igual

que la mayoría de los animales que

miran el agua, estamos compuestos

mayormente de agua.


Y tenemos sed:


Nuestra sed empezó cuando abandonamos

el agua, y con ella, la sed de aventura, la

sed de conquista y la sed de venganza,

entre otras sedes en desarrollo.


No descartamos nada, nuestros deseos

no son fáciles de satisfacer y la conquista

no acabó. Podría no acabar nunca.


Pero no, nadie supo mirar el agua

como nosotros.

 

***

 

("Nuestra sed empezó cuando salimos del agua" 

Tomado de "La Sed" de Virginia Mendoza, Valdepeñas,

España, 1987, Antropóloga)


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