(Rolando Doorland)
Esta ventana ha muerto.
No pasa nada,
parece una ventana cerrada
pero puede estar abierta:
es indistinto
con las ventanas muertas.
Las ventanas son así, impredecibles
como imprevisibles: nadie las ve
antes de que existan.
Algunas nos sobreviven
y siguen prestando su servicio,
abriéndose y cerrándose después
de nosotros, ya sea que las abandonemos
por otras o por tener que asumir
el descanso eterno.
Otras no resisten el paso del tiempo
y hay que reemplazarlas , renovarlas
o aceptar la convivencia con la ventana
muerta:
No pasa nada, ella conserva su lugar
y su condición de ventana; sólo que
está muerta (no es algo muy distinto)
II
No sé cuando murió, pudo haber sido
el martes o hace años. No es fácil
establecer con precisión: Nadie en su
sano juicio ha de estar pendiente de una
ventana siempre.
No es mucho lo que puede hacerse
con una ventana muerta, más que
contemplarla acompañando el sentimiento
que emana de la muerte.
No es cuestión de suerte, los ciclos son
así: siempre se cumplen, aunque no lo
percibamos del todo casi nunca.
No responden a un criterio justo ni
razonable:
Todo pasa; después no pasa nada.
La ventana ni sabe que está muerta,
sólo yo lo sé: la muerte no es algo que
afecte a todo por igual.
Hay quienes completan su vida
sin conocer una ventana: No pasa nada.
Se puede averiguar si está cerrada, o
abierta, yendo hacia ella (mi visión es pobre,
acusa el paso de los años)
Pero me cuesta moverme y no tengo mucha
voluntad ¿Para qué?
¿Qué sentido tendría incorporarse para llegar
a una ventana muerta?
Cerrada o abierta, es indistinto. No me afecta,
está muerta, y no pasa nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario