(José Luis Greco)
Lo esencial es invisible a los hijos,
pudo haber dicho mi padre muerto
antes de alcanzar su madurez.
No hace falta alcanzarla para morir.
Tal vez no se alcance en esta vida,
o sea la vida que no alcanza.
Tal vez dependa todo del pasado
y haya que dejarlo madurar.
Yo paso: Hay vidas que no maduran
nunca y tal vez sirvan para que otros
alcancen su madurez.
Los buenos ejemplos son tan útiles
como éste.
Lo esencial no son los ojos, ni las
miradas paternas o maternas:
Todos los hijos descendemos del pasado,
un pasado que siempre nos excede.
No hay muertes ejemplares, ni vidas
que podamos reproducir. Otra cosa
es el deseo; hay quien desea morir y
no lo consigue.
Supe superar la edad alcanzada por mi
padre, diez años casi, sin alcanzar la
madurez deseada. ¿Era un deseo?
¿Cómo es el deseo de la madurez?
¿Es un deseo más maduro?
¿Qué clase de vida hay después de
haberla alcanzado? ¿Qué nos queda
por alcanzar?
Lo esencial permanece invisible,
es mejor no preguntar nada, hasta
no madurar una respuesta apropiada.
A los ojos de los hijos, siempre
seremos padres maduros: no saben
lo que es la madurez.
Sus padres son los que son:
El hijo nunca elige.
No se lo dije, pero tal vez lo haga,
cuando madure. Es posible que lo
sepa, se lo ve maduro. Yo, a su edad
era un tiro al aire.
(Pero no lo veía, no sé si alguien
lo veía)
No hay comentarios:
Publicar un comentario