(Serafín Cuesta)
Hay animales que no sirven para nada.
Aceptamos, aunque esta percepción
no sea recíproca.
Para un hematófago, como este mosquito
que acabo de aplastar, nosotros somos
útiles: Nuestra sangre es un insumo esencial
para cumplir su ciclo reproductivo.
Para otras especies podemos ser inútiles o
peligrosos, pero al menos tenemos la certeza
de no figurar en la lista de animales inútiles
del mosquito hembra.
Si no fuera por el peligro de contagio
que representa su picadura, podríamos
cultivar el altruísmo y disfrutar que
algo tan insignificante como una gota
de sangre nuestra, pueda convertirse en
nuevas vidas.
Hay otras criaturas, como el certófago,
que devora certezas y se desarrolla entre
nosotros, de quien podría afirmarse que
no sirven para nada.
Pero nuestra percepción de animales
superiores es bastante amplia y, si bien no
solemos cultivar el altruísmo, apreciamos
la humildad en cuanto al sentido de lo útil:
Hay utilidades que aún no conocemos.
Y no nos vanagloriamos de nuestra condición
superior, aunque tengamos argumentos para
hacerlo.
Es posible que seamos el más humilde de
los animales conocidos. No sé si es un exceso,
sabiendo con certeza que somos los más útiles.
Tengo mis dudas, como otros de nosotros:
¿certófagos o certífagos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario