(Serafín Cuesta)
Ayer me ufané de mis nenúfares,
no son muchas pero eran suficientes.
Necesitaba hacerlo, hacía mucho
que no me ufanaba con sentido.
Un nenúfar, es más que suficiente
para ufanarse, creo. Y cada uno es
libre de ufanarse de lo que crea que
lo merece, en algún sentido:
En algún sentido, también son creencias
los sentidos, podría consentir.
Un nenúfar es más bello que una planta
industrial, un automóvil o un enjambre
de ellos.
Una bellota es bella, también, pero no
tengo como para ufanarme: Es difícil
ufanarse de lo que no se tiene.
Los nenúfares son plantas exóticas y
acuáticas, con flores bellas y exóticas
(lo exótico suele ser también bello)
Para disfrutar de esta belleza, hay que
disponer de agua suficiente, en estado
de reposo o estancada.
El agua estancada puede no ser tan bella,
o sí: depende del observador. Todas las
valoraciones dependen del observador,
que cree en sus sentidos y valores.
Los observadores difieren entre sí, ante
un mismo hecho o paisaje, tanto como
sus observaciones.
Después, cada uno puede ufanarse con
entera libertad, no sólo de lo bello o lo
exótico o lo propio. No sé qué tan bello
es ufanarse.
Mis nenúfares no son tantos como para
vanagloriarse y salir a florearse por ahí.
No necesito compartirlos, no están a la
vista y tampoco tengo un jardín acuático
y exótico: Me alcanza con imaginarlos,
para que broten y florezcan en la mente.
El agua se encarga de reproducirlos:
Siempre hay un lugar en la mente humana
que hace agua: puede fluir, evaporarse o
estancarse y producir sus propios nenúfares,
y volver a ufanarse sin eufemismos.
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