(Amílcar Ámbanos)
Fuerte ese aplauso,
me repetí la arenga con empatía
y respeto, para optimizar la función
motivacional del éxito alcanzado.
-¿Lo alcanzó?
-No sé, a juzgar por las respuestas
del mundo exterior, todavía no. Al
éxito hay que darle tiempo…
-Debe tenerse fe, se ve…
-Nadie más podría hacer algo como
lo que hice.
-Eso podría ser tan bueno como malo,
no es una condición que califique…
-No lo sé, pero sé que este poema es
único.
-Seguro, como casi todos…
-Tal vez, pero para ser sincero, si no
fuera que me pertenece me hubiera gustado
haberlo escrito yo, como me dijo un gran
poeta en un comentario sobre uno de mis
poemas.
-Nadie más humilde que un poeta, dijo un
reconocido autor francés. Supongo que lo
conoce.
-No personalmente: no coincidimos en el
tiempo ni el espacio, pero suscribo plenamente
esa verdad de Cocteau. Sabía de lo que hablaba,
a diferencia de otros poetas.
-¿Se siente representado?
-No creo mucho en la representación, pero me
siento comprendido en lo que expresa.
-¿Se siente comprendido como poeta, o como
humilde?
-En ambas categorías, pero primero lo segundo.
Si algo no estoy dispuesto a perder, es esta
humildad con la que seguramente moriré.
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