(Elpidio Lamela)
-Hace algún tiempo, usted era conocido como
el besuqueiro, alguien que desparramaba besos
a granel sin mirar a quien. ¿Qué recogió de esa
experiencia?
-No mucho, nada útil en realidad, yo no sabía
besar. Lo hacía como un juego, un pasatiempo
sin mucho sentido que me hizo cobrar alguna
fama. Pero no me confunda.
-¿A qué se refiere?
-El más conocido es otro: Un portugués que vivía
en Brasil y se hizo famoso por besar famosos, un
cholulo que besaba mejillas. Lo mío era otra cosa,
yo besaba en serio y hasta las últimas consecuencias.
No buscaba fama: No se me hubiera ocurrido besar
a Frank Sinatra, ni a Palito Ortega, aunque soy
tucumano…
-¿Y qué lo impulsaba?
-Yo besaba con sentimiento, aunque a veces sin
autorización, lo cual me trajo algunos problemas.
Besaba por amor, amor al conocimiento: Se sabe
poco del beso, aunque todos besamos o lo hemos
hecho, o aspiramos a repetirlo con mejores
resultados.
-¿Averiguó algo?
-Sí: Cada cual besa como puede.
-Digo si averiguó algo útil.
-No sé si es útil, pero en un beso se transfieren
ochenta millones de bacterias. Con alguna suerte,
se pueden obtener bacterias protectoras que
previenen las caries: Casi un 20% de besantes
goza de este recurso natural; no es mucho, hay que
tener suerte, o la información precisa sobre la flora
oral de quién besemos. Luego, un beso apasionado
o verdadero activa 34 músculos faciales, algunos de
los cuales sirven sólo para eso, y se atrofiarían sin
el uso del beso.
-Bueno, algo aprendió…
-Sí, pero no de la práctica directa, eso es otra cosa.
-¿Se arrepiente de haber besado tanto?
-No, ¿de qué serviría? ¿Quién se arrepiente de
sus besos?
-Bueno, hay casos…
-No, en mi caso no hay nada para arrepentirse.
Un beso no significa mucho.
-¿Y por qué dejó de hacerlo?
-A veces sentía que no era correspondido o era
mal interpretado.
-¿Eso lo desanimó?
-No, pero aprendí que no sabía besar, improvisaba.
Ahora beso mucho mejor.
-¿Estuvo practicando?
-No, no es necesario: No todo se aprende con la
práctica; eso es un mito.
-¿Y cómo sabe que mejoró?
-No puede ser de otro modo, yo mejoré como
individuo; es natural que ahora haga todo mejor
y se eleve la calidad de mis emisiones y mis
emociones. El tiempo todo lo mejora ¿O no?
-No sé, tengo mis dudas…
-Vea, nomás, cuánto personaje público con
pasado más que dudoso, llega a su funeral y
recibe loas y alabanzas de todo el mundo…
No sé si fue el tiempo. o la muerte lo que lo
mejoró. Pero la muerte es una cuestión de
tiempo.
-Bueno, son formalismos, protocolos: Ante lo
inexorable de la muerte nos inclinamos a
perdonarlo todo, y rescatar lo bueno…
Pero el beso es otra cosa.
-Sí, claro. Hay que saber besar. Yo no sabía
y besaba mal. Pensaba que un beso no se le
niega a nadie, como el saludo; era positivo
y no negaba nada, no temía al rechazo ni al
ridículo. Besaba por besar, sin saber.
-¿Qué es lo que hay que saber, ahora que lo
sabe?
-No, no sé, cada persona es única y yo soy
una persona humilde; no podría hacer pedagogía
con el beso, que es algo propio de cada uno.
Lo primero que hay que saber, es ser selectivo:
No podemos besar a todo el mundo por igual.
No somos iguales, y tampoco nuestros besos:
Podemos sumar besos, pero no repetirlos.
-¿No podemos dar dos besos iguales a la misma
persona?
-No, nunca serán iguales, como tampoco nosotros.
Hay que saber besar, y saber a quién se besa.
Debemos ser selectivos, no olvide que somos
producto de la selección natural…
-Entiendo que ahora, entonces, restringe sus besos.
-Bueno, en verdad me he vuelo muy selectivo.
Hace mucho que no beso, no besaría sin fundamento
y dudo que encontrara alguien que supiera besar
como yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario