(Aparicio Custom)
Dada una pulsión,
podemos obedecer,
ignorarla
o reprogramarla.
Puede haber alguna
otra opción
pero lo que no se
puede
es negarla:
Lo que no se puede
negar, no existe
para los organismos
racionales.
Habemos pocos
racionales, entre
los numerosos
animales. La razón
podría ser un medio
para alcanzar
la sensatez, pero
ésto no se verifica
para ser sensatos.
Sabemos tanto del
goce
como de la materia
obscura, para no
hablar de la energía
obscura (aunque
el goce mantiene
relaciones íntimas
con la energía:
Hay quien afirma
que es pura energía
dilapidada)
II
El goce tiene mala
prensa para algunos
conspícuos
pensadores, tal vez porque
escapa a lo racional
y nos devuelve a
la animalidad.
¿Nos devuelve?
¿Cuándo la abandonamos?
Tal vez cuando
conquistamos la conciencia
y entramos en
razones.
Al arribar al mundo
racional, despoblado
por cierto,
emprendimos la producción
de conocimiento
indefinido, y nada volvió
a ser igual.
Los animales no son
nuestros iguales
ni califican de
semejantes. La razón produjo
desarrollo,
organización, respeto al prójimo
y elevó la calidad
de vida:
Hoy todos gozamos de
ciertos derechos
y somos más
humanos.
No sabemos si los
animales gozan más
o menos que
nosotros. Lo que es seguro
es que no gozan de
derechos. Algunos lo
justifican con
argumentos razonables:
Nunca los
reclamaron.
III
Los animales, más
allá de su utilidad como
recursos naturales,
viven en su mundo
primario de
instintos y pulsiones y nada
parece justificar
que merezcan ser sujeto
de derecho alguno.
Los humanos, en
cambio, somos seres racionales
y gozamos de
nuestros derechos, elevándonos
por sobre el Orden
Natural.
¿Son suficientes?
¿Son los que merecemos,
o sólo los que
necesitamos? ¿Son pocos, o
se nos fue la mano?
No se puede afirmar,
pero gozamos de libertad
para desarrollar
cualquier idea o pensamiento
que contribuya al
sesgo evolutivo, dentro de los
límites razonables.
Algunos sostienen
que la evolución, no es
un camino derecho,
recto sino que tiene sus
vueltas; más bien
sería una especie de espiral.
Y hay quien afirma
que el exceso de derechos
es contrario a la
evolución natural del cuerpo
social: Ciertos
derechos generan más dificultades
que beneficios para
el bien común:
Están convencidos
de que suprimiendo o recortando
derechos habremos
ganado mayor libertad.
Está claro, que el
progreso de la racionalidad
nos permite gozar de
una libertad inédita
para afirmar
cualquier cosa, por encima de pulsiones
e instintos básicos
y acceder a formas mucho más
elaboradas del goce.
No se puede negar la
evolución alcanzada.
Pero sabemos que
nada es definitivo
y la transformación
no para.
¿En qué nos
transformaremos?
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