lunes, 3 de junio de 2024

Digitígrado

 

(Serafín Cuesta)

 

Tengo diferencias con mi gato,

es un digitígrado: 

 

camina con sus dedos, todos sus

movimientos sobre el mundo

se apoyan en ellos.


También el perro lo hace, pero

sus movimientos son más parecidos

a los nuestros, no tienen la precisión

y belleza del felino.


¿Lo sabe? ¿Es lo que lo hace sentirse

superior? También el sigilo lo define:

Sabe permanecer inmóvil hasta que

la presa esté a su alcance; cuando lo

descubre suele ser tarde:


Un gato es más veloz que el pensamiento

de cualquier mortal.


Parece desafiar las leyes físicas: trepa, salta

y se encarama hasta la cima de un árbol, sólo

para gozar de esa visión.


Hay colores que no ve, pero no lo necesita;

su olfato y su oído perciben más de lo que

podemos imaginar.


Sus movimientos pueden ser abruptos

y riesgosos, como si no temiera el peligro.

Sin embargo, son fruto de cálculos precisos:


Los dedos de sus miembros inferiores

se apoyan en el lugar exacto donde ya

lo hicieron los superiores.


Superiores o anteriores, los gatos habitaban

este mundo antes que nosotros, y es presumible

que lo seguirán haciendo, junto a otros 

 

cuando nuestra historia efímera haya concluído

y seamos olvidados por nuestras

mascotas, junto a todas las conquistas obtenidas

por nuestra cultura y sus valores digitales,

 

ajenos al digitígrado superior.


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