(Serafín Cuesta)
Tengo diferencias con mi gato,
es un digitígrado:
camina con sus dedos, todos sus
movimientos sobre el mundo
se apoyan en ellos.
También el perro lo hace, pero
sus movimientos son más parecidos
a los nuestros, no tienen la precisión
y belleza del felino.
¿Lo sabe? ¿Es lo que lo hace sentirse
superior? También el sigilo lo define:
Sabe permanecer inmóvil hasta que
la presa esté a su alcance; cuando lo
descubre suele ser tarde:
Un gato es más veloz que el pensamiento
de cualquier mortal.
Parece desafiar las leyes físicas: trepa, salta
y se encarama hasta la cima de un árbol, sólo
para gozar de esa visión.
Hay colores que no ve, pero no lo necesita;
su olfato y su oído perciben más de lo que
podemos imaginar.
Sus movimientos pueden ser abruptos
y riesgosos, como si no temiera el peligro.
Sin embargo, son fruto de cálculos precisos:
Los dedos de sus miembros inferiores
se apoyan en el lugar exacto donde ya
lo hicieron los superiores.
Superiores o anteriores, los gatos habitaban
este mundo antes que nosotros, y es presumible
que lo seguirán haciendo, junto a otros
cuando nuestra historia efímera haya concluído
y seamos olvidados por nuestras
mascotas, junto a todas las conquistas obtenidas
por nuestra cultura y sus valores digitales,
ajenos al digitígrado superior.
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