(Encarnación Segura)
Los muertos no se enferman,
oí y acepté con resignación cristiana.
Una voz cristalina pronunciándose
en el sueño, destilaba verdades
descendentes, dando forma a un
poema irrepetible.
Los sueños son así, tan únicos
como irrepetibles. Salvo los
recurrentes.
A veces quisiéramos volver a ellos
y reanudarlos, pero no contamos
con recursos adecuados.
Se puede establecer cierta continuidad,
hay sueños que remiten a otros,
se repiten sensaciones, situaciones.
Como en la enfermedad: se vuelve a
contraer el mismo virus o agente
patológico, se reproduce el cuadro,
pero la sensación es otra:
El virus nunca es el mismo,
ni nosotros; aunque dudemos
del sueño original o la fuente
de contagio.
Tal vez, todo sea parte de otro sueño,
al que nos resignamos con cristiana
aceptación.
Sólo los muertos no se enferman,
y no suelen cambiar de posición.
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