(Elpidio Lamela)
El problema del sexo sin amor
es que no te deja nada, más allá
de la satisfacción temporal de
un goce efímero, como todos.
Todos los goces humanos son banales
e inútiles, como todos sabemos, sin
que por eso dejemos de practicarlos
cuando se presenta la ocasión.
El ejercicio de la repetición
de una función, hace al buen
funcionamiento de los órganos
competentes.
Pero con la falta de amor, el sexo
no es sino un acto mecánico, un
pasatiempo que se olvida, como
todos con el paso del tiempo.
Por el contrario, al agregar amor
el sexo adquiere otro valor:
Si bien la mecánica es la misma,
se repite, algo cambia; el deseo
es otro y al consumarse y calmarse
nos deja más colmados.
Luego, deja también un registro
en la memoria, que resulta útil para
evocar esos momentos, cuando el
amor pasó, como siempre pasa.
II
Negar la existencia del sexo sin amor,
como la del amor sin sexo, sería una
necedad.
Pero el amor, un sentimiento complejo
como casi todos los humanos,
e inagotable para la investigación científica
y el abordaje psicológico, amén de los
enfoques religioso, filosófico, ontológico,
es, en última instancia, intercambio:
comercio.
Desde una visión económica e irreductible,
se puede afirmar que el amor agrega valor
a todo ese intercambio de hormonas y fluidos.
La producción del goce, como todas,
se enriquece al agregar valor y se sostiene
en esta agregación:
Sin ella, la producción se cae,
no hay deseo de invertir
y colapsan los sistemas.
Nadie sensato querría llegar a eso,
que no nos deja nada, ni ofrece
otras oportunidades.
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