(Rolando Doorland)
El fungicida confesó:
Tuve que envenenarlo en defensa
propia, era un hongo violento y
había recibido amenazas.
El autor confeso del crimen del hongo,
cuya identidad de género no logró ser
establecida, que resultó ser otro hongo,
amplió su declaración.
Era dudoso como hongo, había sabido
desarrollar una uña. Yo siempre desconfié
de todo lo que tiene uñas…
¿Para qué querría un hongo un arma?
La cuidaba como a un tesoro, estaba orgulloso
de ella y se jactaba de ser único: Soy el único
hongo ungulado que conozco y voy por más.
Decía mientras elongaba…
Así le fue; creo haber hecho lo correcto.
Me tocó a mí, hay cosas que uno no elige,
como la forma y el tamaño de su cuerpo,
sus uñas, o como ser un hongo.
Alguien lo tenía que hacer.
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