domingo, 23 de junio de 2024

El fracaso del goce

 

(Aparicio Custom)

 

Dada una pulsión,

podemos obedecer, ignorarla

o reprogramarla.


Puede haber alguna otra opción

pero lo que no se puede

es negarla:


Lo que no se puede negar, no existe

para los organismos racionales.


Habemos pocos racionales, entre

los numerosos animales. La razón

podría ser un medio para alcanzar

la sensatez, pero ésto no se verifica

para ser sensatos.


Sabemos tanto del goce

como de la materia obscura, para no

hablar de la energía obscura (aunque

el goce mantiene relaciones íntimas

con la energía: Hay quien afirma

que es pura energía dilapidada)



II

El goce tiene mala prensa para algunos

conspícuos pensadores, tal vez porque

escapa a lo racional y nos devuelve a

la animalidad.


¿Nos devuelve? ¿Cuándo la abandonamos?

Tal vez cuando conquistamos la conciencia

y entramos en razones.


Al arribar al mundo racional, despoblado

por cierto, emprendimos la producción

de conocimiento indefinido, y nada volvió

a ser igual.


Los animales no son nuestros iguales

ni califican de semejantes. La razón produjo

desarrollo, organización, respeto al prójimo

y elevó la calidad de vida:


Hoy todos gozamos de ciertos derechos

y somos más humanos.


No sabemos si los animales gozan más

o menos que nosotros. Lo que es seguro

es que no gozan de derechos. Algunos lo

justifican con argumentos razonables:

Nunca los reclamaron.



III

Los animales, más allá de su utilidad como

recursos naturales, viven en su mundo

primario de instintos y pulsiones y nada

parece justificar que merezcan ser sujeto

de derecho alguno.


Los humanos, en cambio, somos seres racionales

y gozamos de nuestros derechos, elevándonos

por sobre el Orden Natural.


¿Son suficientes? ¿Son los que merecemos,

o sólo los que necesitamos? ¿Son pocos, o

se nos fue la mano?


No se puede afirmar, pero gozamos de libertad

para desarrollar cualquier idea o pensamiento

que contribuya al sesgo evolutivo, dentro de los

límites razonables.


Algunos sostienen que la evolución, no es

un camino derecho, recto sino que tiene sus

vueltas; más bien sería una especie de espiral.


Y hay quien afirma que el exceso de derechos

es contrario a la evolución natural del cuerpo

social: Ciertos derechos generan más dificultades

que beneficios para el bien común:


Están convencidos de que suprimiendo o recortando

derechos habremos ganado mayor libertad.


Está claro, que el progreso de la racionalidad

nos permite gozar de una libertad inédita

para afirmar cualquier cosa, por encima de pulsiones

e instintos básicos y acceder a formas mucho más

elaboradas del goce.


No se puede negar la evolución alcanzada.

Pero sabemos que nada es definitivo

y la transformación no para.


¿En qué nos transformaremos?


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