domingo, 2 de junio de 2024

El problema de la humildad

 

(Aquino Lamas)

 

El amanuense cuenta las palabras

que le sobran al poema.


No es extraño que sobren y que falten

cosas en el mundo de los hombres:


Un mundo genérico, donde no se puede

nombrar todo, ni siquiera lo que falta.

Hay límites a observar para el poema

¿Son suficientes?


No es extraño sobrar en este mundo

pero se puede hacer poemas, todavía

con alguna impunidad y observarlos

zozobrar.


Pocas cosas más extrañas que un poema:

¿A qué viene? ¿Qué puede agregar a

todo lo que falta? ¿Faltaría más?


¿Qué voluntad mueve la mano, de

izquierda a derecha del aamanuense

nativo?


¿No podría hacer lo contrario, o al menos

intentar lo inverso?


¿Qué lugar merece el poema en este mundo

congestionado por exceso de humildes y

falta de humildad?


¿Es humilde el poeta cuando piensa en palabras

o sólo cuando descarta las que zozobran?


¿El poema no se mancha al ir tachando?


“La humildad es un racimo

de dedos disecados, que sólo el trabajo

arracimado del poeta devuelve a su estado

original de hipálage imprevista

donde la verdad vuelca su urna”


El amanuense no sabe lo que cuenta

y reconoce: para ser humilde, todos

los poetas abrevan en la muerte

y le deben a poetas muertos

buena parte de su suerte.


Nadie sabe lo que hace, ni por qué,

pero un buen aspirante descuenta

que desterrando todas las palabras

que sobran, el poema debería aparecer

por necesidad.


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