(Serafín Cuesta)
No comparto mi ideología,
tengo mis principios
y mis propios valores:
Son tan míos como ideológicos.
Hecha la salvedad, nadie está
a salvo del sesgo ideológico de
libre circulación.
La ideología no descansa, fluye
en todos los sentidos como el
lenguaje mismo, y sabe estar
agazapada en el enunciado menos
sospechoso y más banal:
Las palabras no son neutras, si lo
fueran no serían muy útiles.
La ideología nos divide, pero también
nos une. Es un lugar de pertenencia
nada despreciable, a sabiendas de que
hay que pertenecer, como dijo el poeta.
Luego, no compartas tu ideología con
el poema; no la necesita.
Yo nunca comparto lo propia ideología
en mis poemas, en eso soy riguroso.
Aunque no pueda dejar de compartir
otras.
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