domingo, 8 de diciembre de 2024

El verdadero discurso propio

 

(Serafín Cuesta)

 

Nunca tuve un discurso propio.

Fuera de eso, interactuaba sin

dificultad y mi vida discursiva

se desarrollaba con toda normalidad.


Nunca tuve un discurso propio,

ni único. Pero teniendo la capacidad

de reconocerlo, y reconocer dicha

propiedad en otros discursos, no me

era difícil apropiarme.


Luego, adoptando uno u otro según

la ocasión y los interlocutores ocasionales

podía lucir un envidiable discurso propio,

sin que nadie dudara de la calidad de mis

propiedades discursivas.



Estaba claro que no hacía falta más, no

necesitaba ningún discurso propio para

hablar con propiedad.


Porque ¿Qué es la propiedad, sino el hondo

sentimiento de que algo nos pertenece y no

puede ser más que nuestro, salvo que alguien

se lo apropie?


A lo largo de nuestra discreta historia, la

apropiación de tierras, haciendas, bienes, 

cuerpos y voluntades, ha tenido un papel

determinante en la dinámica evolutiva:

 

Este pensamiento no me pertenece, ni 

los anteriores:  Todos son apropiados

salvo el primer enunciado;  Nunca tuve un

discurso propio.


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