(Horacio Ruminal)
Entre las relaciones tóxicas,
las relaciones de producción
ocupan un lugar relevante:
aceptamos la contaminación
sustentable que producen,
como parte de un costo inevitable.
(Es cuestión de optimizar el tratamiento
de los efluentes más nocivos)
Todos mantenemos alguna relación
con la producción, incluso los pasivos
y los ociosos por naturaleza que no
ptoducen nada: Ellos también consumen,
como todos.
Consumo y producción se necesitan entre
sí, un vínculo entrañable que sostiene las
relaciones de producción:
Necesidad recíproca, aunque no simétrica.
Las relaciones de producción son diversas
y no son las únicas tóxicas. Pero determinan
todas las formas de relación entabladas en
una sociedad de productores y consumidores.
Estas relaciones, no serían tóxicas si las
personas se relacionaran libremente para
producir, compartiendo el trabajo y su
producto.
Pero las condiciones que hoy reinan son
otras: Nos vemos obligados, no sólo a producir
sino a vender el trabajo, que ocupa la mayor
parte de nuestro tiempo y de la vida, a cambio
de una remuneración que ni siquiera asegura
la subsistencia.
Se produce para el consumo, en una relación
de necesidad recíproca, pero no simétrica:
Algunos pueden consumir mucho más de lo
que producen, y mayormente lo inverso.
Las relaciones de producción contaminan todo
el espectro de relaciones que entablamos entre
humanos, y con otros animales.
No podemos afirmar que la producción, en sí
misma sea el origen de todas las relaciones
tóxicas que estamos desarrollando, tanto entre
nosotros como con otros animales y con el
lenguaje.
Pero es sabido que nos debemos a la producción,
que es lo que nos une y organiza como sociedad.
Y que toda producción contamina, incluyendo la
producción de sentido.
Aceptamos el costo social consentido, y nos
desintoxicamos como podemos, aspirando a
un equilibrio sano, que nos permita desarrollar
relaciones cada vez más productivas.
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