(Aparicio Custom)
Peaton, no sólo se consideraba
un peatón hecho y derecho, sino
que se autopercibía un peatón
eximio.
El peatón desciende del mono, como
éste del árbol, Peaton lo sabe, y no
cree que eso deba menoscabar su
orgullo.
No vacila en ganar la calle y sumarse
a la marcha del orgullo primate, junto
a otros peatones que cada año celebran
su condición binaria: simio – peatón.
No importa dónde se encuentre, Peaton
no se siente extranjero en ninguna parte
bajo ninguna circunstancia:
Soy Peaton, el peatón nativo, aquí, allá
y en las antípodas. Nunca fui turista, ni
viandante, o transeúnte. Soy el auténtico
peatón que sabe honrar su condición:
Siempre de pie, como esta P.
II
A Peaton no le pesan sus pies, ni su pasado
arborícola.
Los árboles mueren de pie, como cualquier
peatón atropellado. Los que atropellan al
peatón, suelen ser peatones renegados, piensa
Peaton.
Él no reniega de su ancestro mono, desciende
sin contradicción a diferencia de Platón, que
no se reconocía ni simio ni pariente:
A Peaton no le importan los oráculos, ni los
dioses del Olimpo u otras criaturas, surgidas
de aspiraciones excesivas de peatones inseguros
o fracasados.
Peaton no lee a Platón, ni a Sócrates. Es indiferente
a Pitágoras, a Melitón, a los presocráticos y a los
presos políticos.
Su única filosofía es el camino
que sus pasos trazan al pasar,
más allá de la senda peatonal.
Algunos le dicen Piton, otros Peaton; él lo
acepta sin ninguna corrección:
Pronunciaciones, acentuaciones, interpretaciones
y pronunciamientos son cosas de peatones. que
siempre supimos estar de paso.
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