(Emelio Casenave)
Me gusta cuando duermo
porque estoy como muerto.
No me entero de nada,
enteramente sumergido ahí,
en ese sueño parecido a la muerte.
Mientras soñamos, otros trabajan,
sufren y se mueren sin que nos
enteremos, ocupados en la propia
muerte que remeda el sueño.
No hace falta soñar para descansar.
En ocasiones, los sueños contienen
más actividad que la propia vida:
No es vida si no logramos conciliar
el sueño y descansar como Dios manda.
Aunque es natural que Él se tome algún
descanso:
No se puede mandar siempre, sin
obedecer a nadie nunca, sospecho.
Él tendrá sus propios sueños, que no
conocemos ni tenemos por qué hacerlo.
Es poco probable que nos incluyan: Ha
de tener mejores cosas que soñar.
Como creyente, creo que no, que no
nos sueña, somos ajenos al sueño
divino y podemos descansar en eso.
Tampoco hace falta soñar con el
descanso eterno: Llegará, a su debido
tiempo, inexorablemente. Podemos
estar
seguros y descansar en la certeza.
Yo espero que me llegue durmiendo,
así
ni me entero y sigo de largo.
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