(Tomás Mercante)
Los bancos mueren de pie,
a diferencia de otros objetos
de valor y otros productos
negociables.
Hay precedentes asentados:
Detrás de los valores negociables
hay beneficiarios, que siempre son
menos que las víctimas, para que
todo cierre.
Ésto renueva el optimismo
de futuras víctimas a ambos lados
del océano.
El océano fue siempre un lugar
de paso, aunque algunos creen que
ahí abajo hay profusión de recursos
a explotar, y justifican con creces
cualquier inversión.
No todos estamos en condiciones
de invertir, pero el hombre es el
único animal que lo hace: Ningún
otro conoce sus beneficios.
A partir de la conquista de esta función
el hombre no ha dejado nunca de invertir,
creer y desarrollar el cultivo de la fe.
Es capaz de invertirlo todo, o casi todo,
pensando en el futuro.
El resto de los animales, tiende a vivir
en presente.
Los bancos mueren de pie,
a diferencia de nosotros, que adoptamos
la posición horizontal, tanto para morir
como para amar.
Detrás de cada valor negociable que
se emite, está la muerte sentada,
esperando paciente.
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