(Serafín Cuesta)
Era muy bueno rezando,
no sé si alguien lo igualaba.
Acreditaba un pasado exitoso
como monaguillo.
Yo se lo dije. Pablo, lo tuyo
es eso, no abandones el rezo.
Pero no sé, no me hizo caso,
tal vez se dejó atrapar por la
vorágine cotidiana de la lucha
por la vida y postergó su rezo.
Y todo don se pierde cuando no
se lo ejercita: Sin la práctica,
las teorías no sirven para nada,
reza un proverbio antiguo.
Pablo no me oyó…
Pobre Pablo, no sé qué te pasó,
hermano, no sé que habrá sido
de tu fe.
Rezo por vos, aunque no es
lo mismo, ni podría serlo:
Eras el mejor en eso,
rezabas como los dioses.
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