(Malcolm Mercader Ergástulas)
A los muertos se los olvida,
más temprano que tarde.
Es necesario, la vida continúa
y debemos velar por nuestras
necesidades, que son distintas
de las suyas:
Si se diferenciaron, allá ellos.
Acá hay mucho que hacer:
Barrer, limpiar, cocinar y no
olvidarse de sacar la basura.
Es natural olvidar a los muertos
propios y ajenos. Algún día, este
mundo también nos será ajeno y
seremos olvidados.
Y todo continuará del mismo modo
sin que nadie nos necesite, ni tenga
necesidad de recordarnos.
Salvo que hayan hecho y dejado algo
memorable, los muertos son olvidados
con toda justicia.
Hay quienes dedican gran parte de su
vida a producir cosas perdurables dentro
de su ámbito, su éjido, su pueblo.
Pero pocas veces lo consiguen,
los pueblos tienden a olvidarlo todo,
salvo algunas tradiciones absurdas.
Tal vez resulte menos fatigoso
intentar perdurar en pocas memorias,
sería bastante en una.
La sombra que emite un muerto
es casi idéntica a la nuestra,
sólo que está muerta.
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