miércoles, 19 de febrero de 2025

Una suelta de gusanos

 

(Eleuterio York)

 

Me solté la mano

como un gusano libre y soberano.


Hay que soltar, me dije y me dejé

ir, librado a este destino que bien

podría ser otro.


Si otros gusanos lo hacen, ha de ser

saludable: Somos tan libres como

cualquier gusano sano.


Fue natural, aunque deliberado, verme

ganar distancia y alejarme sin rumbo.


Hay que saber soltar y separar.

La división es parte de la vida, y acaso

su función primordial; Toda evolución

empieza por la división.


Siempre fuimos divisibles, está a la vista:

A medida que evolucionamos en el tiempo

nos dividimos más y más.


El mismo tiempo es esta división que nos

permite medirlo. No existiría el tiempo ni

ninguna medida sin la división.



II

Pude divisar, a la distancia, aquello que

fui yo, en parte, subdividiéndose en

segmentos libres y solubles a la sombra

del sol, y gozar desde mi nueva condición

como un gusano sano, libre y soberano.


Más allá, yacía el océano, copioso,

inabarcable, y el comienzo de otra travesía

que me era ajena: Los segmentos se juntaban

dando forma a un cuerpo superior:


Otro gusano, tal vez más sano, libre y soberano.

Su nave nodriza, era un barquito de ceniza.


La ceniza puede esparcirse, hundirse y

disolverse, pero no dividirse como nos es dado

a nosotros en forma natural:


La conquista de la división nos hizo

superiores, aunque sabemos que siempre

fuimos divisibles, como cualquier gusano.


¿Un mandato divino? 

¿Un logro humano? 

 

No sabemos, Dios sabrá:

Somos divisibles por Dios.




 

 

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