(Tomás Lovano)
El ojo engorda el tiempo
en estado de reposo.
Es posible calificar colores
y sabores virtuales o reales:
el ojo engorda sensaciones temporales
que producen emociones.
El amor engorda como el ojo
del amo el ganado.
Engordar es bueno, es una forma
de crecimiento; crecer es bueno:
los amos ganan y pueden engordar
a sus anchas.
El amo es bastante gordo
a la vista del ganado, que no sabe
para qué engorda pero ha de ser
bueno, si satisface el deseo del amo:
es justo complacer al amo
que le da de comer.
El ganado no gana nada engordando,
o sí: gana peso, eso complace al amo.
Muchos no son amos, pero se ganan
la vida faenando y atendiendo al ganado,
que tiene que ganarse su muerte.
Pero el amor es más fuerte,
más que la carne,
cuyos sabores, aromas y texturas
disfrutamos en familia gracias al
amo del ganado, y al Ojo del Otro Amo
que todo lo ve y hace la vista gorda,
porque es Amor.
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