(Tomás Mercante)
El pueblo fracasó, compañero.
Soplan nuevos vientos, no son vientos
de pueblo…
El campo popular fue desmontado,
intervenido y genéticamente modificado:
Fue reconvertido, ahora es un recurso
retórico para obtener consensos y sostener
la producción de sujetos funcionales.
El pueblo fracasó, como sujeto histórico
y como significante, me hizo saber un
compañero intelectual: Yo soy del pueblo,
pero ya nadie habla del pueblo; hoy es un
anacronismo, un significante vacío.
Nosotros también somos un anacronismo,
una curiosidad histórica; un resabio del pasado.
El pueblo lo aceptó, y asumió su fracaso.
No supo estar a la altura de la historia y ella
lo metabolizó, o lo fagocitó; es indistinto:
Un verbo no cambia la historia.
Estamos solos, compañero. El pueblo ya no
puede acompañarnos: todas sus conducciones
fracasaron, mientras el enemigo crecía y se
empoderaba cada vez más…
Ahora, ni siquiera nos respetan como enemigo;
no nos reconocen, no calificamos, no servimos
ni para enemigo interno.
-¿Qué se puede hacer, compañero?
Nada, el enemigo supo ser más astuto que
nosotros, e hizo lo que había que hacer:
Desmontó todo, impuso sus valores apocrifos
y nos dejó sin nuestras bases de sustentación.
Ahora disfruta su desarrollo sustentable…
Sólo tenemos que cuidar el lenguaje, la palabra
compañero es sospechosa, ahora se usa para
cualquier cosa, compañero.
Fue vaciada, desguazada, y ya no tiene aquella
carga subjetiva que nos mantenía unidos como
pueblo.
El pueblo ya no es lo que era, y tampoco es
otra cosa; No se sabe qué es el pueblo, pero
es mejor no nombrarlo, ya que remite a algo
que fue superado: La Lucha de Clases, algo tan
caro a nuestros principios (o al menos a algunos
de los nuestros) como para ofrendar su vida
para cambiar el rumbo de la Historia…
Pero la unidad fracasó. Y eso es parte del pasado.
En esa lucha ganaron ellos, como también en las
otras.
-Nos queda la memoria…
Sí, y tampoco durará mucho. Hemos envejecido,
y las nuevas generaciones no tardarán en olvidar
todo. Ahora imperan otros valores.
-¿Y las reservas morales del campo popular?
El campo popular colapsó y se reconvirtió,
no queda nada, ni maleza… El pueblo fracasó,
y supo aceptarlo y asumirlo: es buen perdedor.
Estamos solos, compañero: Nadie puede ir contra
la voluntad del pueblo.
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